Todavía no lo escribí en este casi-diario digital, pero dieron el alta a Olga este pasado lunes.
No es que esté recuperada del todo, pero al menos supongo que podrá pasar otros seis meses sin dolores.
Es ya como un ciclo repetitivo.
Mientras, esta pasada noche ha sido la noche más corta en este hemisferio norte, y escribo al amanecer del día llamado «viernes» o día dedicado a Venus.
Y hoy es el día que otorgan la libertad provisional a mis hijos.
Ambos han sacado excelentes notas en sus respectivos cursos, pero eso era de esperar con el nivel tan bajo de este sistema educativo.
Ahora tenemos tres meses por delante que Olga, como cada año, ya lo ha calificado como «el infierno«, así que, como es su deseo, eso tendrá.
Por mucho que yo insista, sigue no haciéndome caso, y sigue sin darse cuenta de que obtenemos lo que nos predisponemos a obtener, sea bueno o malo.
En fin, que lo superaremos sea como sea, como siempre.
Lo único que cada vez está peor es nuestro flujo de efectivo, o, tendría que decir, mi flujo de efectivo, porque todo depende de mí.
En Youtube no paso de 200€ al mes y en Karatbars, no he escrito aún mucho sobre este tema, por increíble que parezca, de 425 frontales, sólo 4 se lo han tomado en serio y ahorran su gramo al mes.
Por supuesto, no puedo negar que esta situación es culpa mía, pero no totalmente. Ya, sí, soy como soy y hago lo que hago, pero están ocurriendo cosas que no tienen que ver conmigo.
En Youtube, el algoritmo parece ser reacio a mis vídeos, y aunque sumo y sumo subscriptores, no sólo las visualizaciones de mis vídeos no aumentan sino que están disminuyendo a niveles sospechosamente bajos. Y como los ingresos dependen de las visualizaciones y no del número de subscriptores, pues eso.
Y en Karatbars, ya no sé que pensar; no tiene sentido que la gente se apunte, les explique como conseguir oro gratis y luego nada de nada de nada. Es como si mis esfuerzos de estos cuatro años no hubieran servido para nada. Es como si hubiera atraído a la gente inadecuada. En fin, lo bueno de una red es que siempre se puede recomenzar desde cero, enmendando los errores.
Sin embargo, creo que ya no puedo permitirme volver a la casilla de salida, ya no tengo mucho margen de reservas y, a este ritmo, el fin está cerca.
Por otro lado, mis camisetas y tazas no gustan y nadie las compra; y de mis libros en Amazon no paso de tres euros al mes. Y, el sistema de «paga por leer» fue una pésima idea comercial.
Así que, estamos en ese emocionante momento en el que ayer usamos nuestro último billete momentáneo de 50€, y las facturas se acumulan.
Por supuesto, los obstáculos son incentivos y tengo que inventarme algo para superarlos, y no escribo esto más que para constatar este momento al que volver en el futuro cuando tenga curiosidad por recordar cómo estaban las cosas a mitad de 2018, según el calendario occidental impuesto.
No quiero prebendas ni subvenciones, sólo el reconocimiento monetario justo a mi labor, pero tengo la mosca bajo la nariz porque los indicios apuntan a que hay enemigos en la sombra actuando contra mis intereses.
Pues que lo disfruten porque éste de aquí continuará hasta su último respiro, que a este paso puede que sea pronto, pero nunca se sabe.