Ahora que la parte del territorio de Nueva Granada que algunos llaman «Venezuela» está en un completo caos, es el momento para que el Reino de España aproveche esta estupenda oportunidad para volver a expandirse en las Américas.
Hay que enviar una misión militar, que no creo que necesite exceder en más de 300 efectivos, que desembarque fuera de la influencia de Caracas y que vaya reconquistando el territorio por zonas.
Por ejemplo, en la primera zona en la que se desembarque añadiremos el apoyo de su población otorgándoles pasaportes españoles, que seguro serán muy apreciados dado las enormes desventajas del desastroso gobierno venezolano actual, ambos, los narcos de Maduro y los opositores de Guaidó.
Además, los 300 militares españoles podrán ampliar su número atrayendo a los más de 1.000 militares venezolanos que se encuentran en el territorio de «Colombia» y que desertaron de las garras del régimen bolivariano.
No concibo casi ninguna oposición armada puesto que el Parlamento español, coordinado con la acción, declararía al territorio reconquistado como la décimo octava autonomía de España, y autorizaría inmediatamente una partida presupuestaria para la población del lugar, sacándoles de la pobreza comunista.
En esto, claro, que las potencias mundiales pondrían hipócritamente el grito en el cielo dando pataletas en la inútil ONU. Da igual, que les zurzan. En este momento, España volvería al lugar mundial del que nunca debió salir.
Además, en ese momento, en el resto de territorios de la América hispana se pondrían también en acción los movimientos regeneracionistas, que no se tragaron la traición de los llamados «próceres» o «libertadores«, que no fueron más que agentes del Imperio Británico para destruir el Imperio Español, cosa que lograron.
Poco a poco, y sin dudarlo demasiado, la población hispano-americana se iría re-uniendo a la tan querida madre patria. Desde la Patagonia a los grandes lagos del norte, como fue antaño.
Aprovechando la ocasión, el nuevo Imperio Español abandonaría sus actuales lazos con la Unión Europea, de la que ya no necesitaría formar parte porque, al fin y al cabo, el resto de los países europeos son sus enemigos ancestrales que se inventaron la estúpida Leyenda Negra.
Y así, el mundo se encontraría con una reunificación de casi 600 millones de individuos que se liberarían del yugo anglosajón de las divisas fiduciarias y de la esclavitud de la falsa deuda. Que conformarían de nuevo una civilización poderosa a tener en cuenta.
Vamos, que es una idea a desarrollar, de esas que vienen con la calor del verano, y de no tener límites en una imaginación sin lo políticamente correcto.
¿Una sonrisa, por favor?