No sé dónde está la ‘ola de calor’, porque donde vivo la temperatura está dentro de la estadística:
«En Sant Boi de Llobregat, los veranos son cortos, calurosos, húmedos, secos y mayormente despejados y los inviernos son largos, fríos y parcialmente nublados. Durante el transcurso del año, la temperatura generalmente varía de 5 °C a 29 °C y rara vez baja a menos de 1 °C o sube a más de 31 °C.
Nevada City, California, Estados Unidos (9.373 kilómetros de distancia) y La Plata, Argentina (10.467 kilómetros) sonlos lugares extranjeros lejanos con temperaturas más similares a Sant Boi de Llobregat»
Como cada año, tengo la obligación de escribir sobre la calor que me deja en pausa.
Y este año, la calor se ha pasado tres puertos. El termómetro llegó a los cuarenta grados celsius un día de la semana pasada. ¡Vaya!
Y el problema no está sólo en mí, sino también en los aparatos informáticos que pueden llegar a más de cincuenta grados y se ponen en peligro de derretirse. Literalmente. Sus circuitos pueden dejar de conectarse y, así, el aparato deja de funcionar.
Justo hace dos años perdí mi portátil porque se fundió la conexión de su tarjeta de vídeo. Sí, justo hace dos años que dejé de hacer vídeos en directo. No es ninguna casualidad.
Así que, la calor me deja tan chafado – añadiendo a mis hijos que pululan por todos lados, cosas de vivir en un piso con pocos metros – que me quitan las ganas de hacer casi nada.
Ahora mismo me han entrado algo de ganas para escribir este post porque por fin está lloviendo, y porque por fin vuelvo a usar un teclado de un portátil, que he logrado comprar de segunda mano, muy barato para sus características, gracias a los ocho meses en los que he ahorrado parte las aportaciones de mis magníficos financiadores.
Sin embargo, ya estoy notando que este aparato se está acalorando demasiado, por lo que acabo ya estas letras. Además, parece que la batería se agota bastante rápidamente. Bueno, al menos no publico desde mi móvil, como he estado haciendo estos últimos dos años.
Hey, es un avance y estoy contento por ello.
P. S. – Veremos cuánto tardo en subir un nuevo vídeo a mi cuenta de Youtube. Creo que los pocos subscriptores que todavía ven mis vídeos estarán pensando que he desaparecido, me he ido de vacaciones a la otra punta del mundo o algo así. Quizás en el futuro pueda permitírmelo.
Soy un hombre de gustos sencillos. Sólo me gusta lo mejor.
Bueno, hace tanta calor que se me ha ocurrido que ya es hora de montarme un culto egolátrico hacia mí.
¿Recuerdas cuando decía aquéllo de que no quería ser ni el líder ni el gurú de nadie? Pues me retracto, ahora voy a ser tu líder supremo.
Hay quienes pueden creer que lo digo en broma, pero si Osho, al que no tengo nada que envidiar en conceptos filosóficos, consiguió 93 Rolls Royce y una vida de lujo pagada por sus súbditos, digo, seguidores, pues eso indica que es un objetivo factible.
Algunos de los Rolls de Osho
Vamos a ver, que si lo normal es que el estado tenga esclavizada a la gente en su culto de muerte, enviando a millones a su muerte segura en las guerras como carne de cañón, ¿por qué yo no voy a tener un culto de amor, arco iris, unicornios y palomitas de maíz de colores? Sobre todo si me permite llevar una vida de lujo.
Sí, ya es hora de aceptar mi destino en este planetoide perdido en el cosmos: a partir de este momento me vas a adorar como es debido. Mi nombre será Goig… ¡GOSHO!
Y si tengo que alargarme la barba y llevar un gorrito con diamantes incrustados, pues lo hago y punto. Porque la imagen lo es todo.
Al fin y al cabo, ya estoy entrando en las edades de los venerables ancianos y puedo dar la imagen necesaria.
Así que, como primera medida, y para que se note que voy en serio, añadiré una aportación de 999,99€ mensuales en mi página de financiación para los millonarios que quieran venerarme – en cuanto tenga un momento para hacerlo. — Nota añadida: Vale, al final no lo hice, pero en el momento de escribirlo, estaba decidido a hacerlo.
E iré tomando medidas encaminadas hacia el culto hacia mí y mi filosofía. Porque, repito, ya es hora de aceptar mi destino.
Hoy casi hemos alcanzado los 40°C junto al Mediterráneo catalán.
¿Quién iba a decirme que la calor me traería buenas ideas?
Los que seguís la trayectoria de este blog sabéis que por encima de 18 grados celsius ya no funciono correctamente.
Y ahora, entrando en mi etapa de mediana edad, todavía menos.
Así que, es mi temporada de irregularidad en todas mis creaciones.
Hasta bien entrado otoño.
Por ejemplo, llevo ya cuatro días sin crear un nuevo vídeo. ¿Cuándo crearé uno nuevo? Es que no me entran ganas.
Si contara con exceso de divisas, me iría al lado sur de esta esfera, a Argentina o así. Pero como todavía estoy en el proceso de enriquecimiento personal, pues no.