¿Puede un capitán de barco ser peluquero? En democracia, sí.
¿Puede un chef de cocina de 28 años ser presidente del Banco Nación? En Argentina, sí.
¿Puede una cajera de supermercado ser ministro del Reino de España? En España, sí.
Hace unos años escribí un post, creo que en mi blog original de Crónicas Subterráneas, sobre que Belén Esteban, una mujer de la farándula española cuyo mérito era haberse casado con un torero, creo, podría ser Presidente del Gobierno de España si se presentaba y así era elegida. Porque eso es la democracia, un sistema sin restricciones en el que cualquier ciudadano puede presentarse a un cargo público y ser elegido, si tiene la fama y el dinero suficiente. Luego, ese cargo público puede colocar a dedo en otros cargos públicos a familiares, amantes, amiguetes y gente a la que debe favores.
No es ninguna teoría, es la realidad bajo la que estamos viviendo. En este Titanic no se necesita chocar con glaciares para que se hunda el barco, es que el capitán sólo estudió para peluquero.
Con perdón para los peluqueros, que es una profesión tan digna como cualquiera, pero que un barco no se maneja con tijeras.