Pues resulta que la mujer que denunció el robo masivo de bebés en España ha encontrado a su madre biológica, y ésta le ha explicado que la dió legalmente en adopción. Y el castillo de naipes de la trama se ha derrumbado.
Será por eso que nunca se encontraron pruebas en ninguna causa judicial abierta por las denuncias. El caso era culpar al malvado franquismo siguiendo la estela de la trama argentina. Los diarios de desinformación masiva de la izquierda se dedicaron a realizar grandes reportajes, culpando con nombres y apellidos a doctores y a curas y a monjas. Por supuesto, en este momento las disculpas y compensaciones al honor de las personas falsamente manchadas brillan por su ausencia en dichos medios.
No hubieron bebés robados masivamente en España, y eso debería hacernos respirar con alivio. Aunque nunca hay que dejar caer la guardia.
Siguiendo con los bulos difundidos a bombo y platillo, que se están destapando en estas últimas semana, aparece el caso del Bar España. Ese caso truculento de abusos a menores en el levante peninsular ibérico por gentes de la élite española, incluso con asesinatos ocultos y cultos extraños, que los medios alternativos de paranoia masiva tomaron como suyo. Pues ná de ná. Los autores del bulo han confesado cómo se inventaron el bulo, y cómo se construyó una bola gigante de falsas pruebas que durante años lo convirtieron en un caso plausible de alta conspiración. Hala, pues a buscarse otra paranoia.
Ha pasado como con la trola de Ummo, en la que su creador explicó por activa y por pasiva en varias entrevistas que se lo había inventado. Pese a ello, cierto canal millonario de subscriptores insiste e insiste. Pues que insista, que eso no hace que vaya a cambiar la verdad de su falsedad.
Como ya he dicho alguna vez, mi estrategia es creérmelo todo a primeras. Y luego, contrastarlo para comprobar su veracidad o no. Doy crédito hasta que ya no lo tiene. Así es como siempre he hecho las cosas para romper los límites. Pues Sherlock Holmes ya decía que, tras deshechar todo lo que no es, lo que queda, por muy extraño que aparezca, es la verdad. En todo eso, un gran porcentaje acaba demostrándose como falso. Pero hay que comprobarlo, y ensuciarse y equivocarse si es necesario.
Mientras, se acusa al presidente de EEUU, Donald Trump – hombre naranja malo malo -, de racista por arremeter contra cuatro congresistas invitándolas, porque las cuatro son mujeres – qué sorpresa -, a irse del país si tanto odian a EEUU.
Trump ya ha comenzado su campaña. Este circo que ha montado atacando a las cuatro «damas comunistas» demócratas odiadoras de EEUU para que le llamen racista no ha sido más que una estrategia para poner de relieve que el partido demócrata ha sido infiltrado por comunistas, y el resultado ha sido que los demócratas están discutiendo entre ellos. Si no cambian mucho las cosas, y los demócratas no dejan de actuar como tontos útiles, tenemos a Trump para rato. Porque luego pondrán a su hija rubiales, Ivanka, como candidata. Será una nueva dinastía real imperial como las de los Bush y los Clinton.
Y volviendo a las Españas, una gravísima desgracia está a punto de caernos encima. La gravedad del asunto es tal que ninguna alarma es poca: la entrada de los criminales comunistas bolivarianos en el gobierno central, que si no hay nada que lo impida se hará efectivo esta próxima semana. Lamentablemente, el ejército español no es el que era y es prácticamente imposible que nos salve de la desgracia – como el ejército chileno salvó a Chile en 1973. Lo único posible es que la oposición se ponga las botas y haga todo lo que esté en su mano para que este nuevo gobierno no dure demasiado. Es mejor no tener ningún gobierno a que los comunistas nos desgracien la vida, tal como saben hacer tan bien, que a crear catástrofes nadie les gana.
Y para finalizar este conjunto de palabras, recordemos que se celebran los quinientos años de la vuelta al mundo de Elcano y Magallanes. Así era el Imperio Español, nada de teorías científicas. ¿Que hay que demostrar que la Tierra es redonda? Pues nos montamos en un barco cascanuez a la aventura, sin saber qué desgracias nos pueden acontecer y, hala, a girar el mundo. Y encima nos sale bien. Pobres atontaos terraplanistas, ejem ejem.