Cambio cambio cambio

Cambiar por cambiar es divertido, pero a veces lo cambiado resulta que era mejor. Y eso me ha pasado con la apariencia de este blog. Así que he dado pasos hacia atrás y he vuelto a la anterior apariencia.

Resulta que hace tiempo que dejé de entender el sentido del tiempo del reloj. Ese sinparar de vueltas en un círculo absurdo. Para mí, el tiempo es un flujo contínuo que no se puede cuantificar. Eso de minutos, horas, días, semanas, meses, años, me deja perplejo.

Mi cuerpo ya no duerme ocho horas seguidas como antaño, cuando seguía las normas impuestas por costumbre. Duermo cuando tengo ganas de dormir, sea claro o sea oscuro. Supongo que tiene que ver con que rompí esas cadenas que nos atrapan en la falsa realidad. Y quizás, también, que mi cuerpo ya no es el que era.

Porque resulta que he completado cuarenta y cinco vueltas en este mundo esférico alrededor de su astro solar. Quizás debería perder ya esa costumbre de contar esas vueltas porque, ya digo, no entiendo ese tipo de cuantificación. Pero pierda esa costumbre o no, lo cierto es que mi cuerpo responde diferente a lo que recuerdo que respondía antes.

Porque antes estaba como nuevo, y ahora ya no es así. Ya noto los efectos de la oxidación temporal. Porque, aunque el tiempo no tenga nada que ver, mi cuerpo sí que avanza hacia donde estuvo al principio: fuimos cenizas y en cenizas nos convertiremos.

No puede ser de otra manera, mi cuerpo forma parte de este todo material que llamamos naturaleza. Mis átomos formaron parte de otras entidades y, no dentro de mucho, formarán parte de otras entidades. Es la vida, como se dice.

Y si volvemos a ese extraño tiempo cuantificable, podría decir que ya he visto más días de los que veré. Es pura estadística, mi padre y mi abuelo materno no duraron más de ochenta y una vueltas. Así pues, hace ya rato que supere esa media. Sin duda, se me puede cualificar de entrado en la mediana edad.

Cuando la experiencia ya es más eficaz que la innovación. Cuando lo nuevo parece repetitivo de lo ya experimentado. Cuando uno se arrepiente, no de lo hecho sino de lo que no se ha intentado. Cuando la música que a uno le gusta ya es parte de los museos.

Básicamente, este mundo ya no es mío, es de mis hijos. Y feliz que me hace eso, porque me permite darme cuenta de que valió la pena mi recorrido.

Y es justo en este momento que he sentido que tenía que plasmar estas ideas en letras y palabras.