La pregunta del millón

¿Hasta qué punto es la responsabilidad de uno mismo y en qué grado afectan los hechos de terceros?

Una pregunta eterna.

Algunos la responden con el concepto de destino.

Otros hablan de circunstancias y casualidades.

Supongo que cada cual apela a su experiencia personal.

Yo no voy a afirmar ni negar nada, pero hay ocasiones repetidas en las todo indica que las cosas tendrían que ir genial, pero no.

Como si los esfuerzos acumulados dejan de tener importancia de un día para otro.

Aparece un acontecimiento inesperado y se vuelve otra vez casi a la casilla de salida.

Cuando uno es joven, eso no importa demasiado, porque se tiene el futuro por delante.

Cuando uno ya no es tan joven, se pregunta si quedará alguna oportunidad más, el futuro era precisamente este presente, y se fastidió.

¿Volver a empezar? ¿Ya, para qué? Quizás en la próxima vida.

Bueno, sólo es una reflexión más que dejo aquí anotada, porque se me ha pasado por la cabeza. Supongo que era el momento.

Otra habitación con vistas

Tras tener a Olga un día y medio en observación, ayer por la noche la subieron a una habitación compartida con una señora mayor.

Lo cierto es que, como las otras veces, a partir de que la conectaron a un suero intravenoso con magenesio y potasio ya comenzó a encontrarse mejor.

Asi que, lo más probable es que le den el alta entre mañana o pasado.

Luego, veremos cuantos meses resiste hasta la próxima vez, cruzo los dedos.

Mientras, ya ha pasado una semana desde que hice mi último vídeo, se me acumulan los días y las ideas.