En un viejo edificio

Hace un par de meses se rompió el grifo de la bañera.

Sencillamente, se pasó de rosca por viejo y se hizo inservible.

Nos colocaron un nuevo grifo con una nueva manguera de ducha y todo iba genial.

Hasta ayer por la noche, a eso de las 20:30.

Subieron los vecinos de abajo y nos explicaron que el techo de su cuarto de baño estaba abombado.

Les acompañé a su piso y así era, y no sólo eso, sino que la pared de la habitación contigua tenía bastante humedad.

Les calmé comprometiéndome a que hoy avisaría al seguro para que vengan a arreglarlo.

Y así, esta mañana, fuimos Olga y yo a la oficina del seguro y dimos parte.

Tras haberlo hecho va y nos viene la vecina del piso de más abajo, contándonos que ella también tiene afectado su cuarto de baño.

Vaya.

Miramos la pared que compartimos del patio de luces y se notaba una gran humedad que bajaba desde nuestra altura hacia abajo.

Genial, lo que faltaba.

Más tarde a las 15:10 han llegado los fontaneros-abañiles.

¡Menos mal que esta vez han sido rápidos!

Y ¡tachán!, resulta que al colocar el nuevo grifo de la bañera, la tubería estaba ya tan vieja que, sin que se advirtiera, se rompió dos milímetros.

¡Una obertura de tan sólo dos milímetros! que ha estado goteando todo este tiempo sin que lo advirtiéramos.

Pero el desastre no acaba ahí, porque este verano habíamos colocado un armario nuevo justo en la pared contigua a la pared del baño afectada.

Y, al moverlo, nos hemos encontrado con toda la parte posterior del armario podrida y la pared totalmente mojada con la humedad.

El armario nos había ocultado la humedad todo este tiempo.

¡Brrr!

Bueno, pues los operarios han arreglado la fuga de agua, rompiendo racholas hasta llegar al lugar adecuado, y nos han dicho que ahora tenemos que esperar a que se sequen las pared de la habitación contigua para poder repintarla.

Y que ningún problema, que el seguro también se encargará de arreglar los desperfectos de las viviendas de nuestros vecinos.

Como mínimo, esto nos ha calmado los nervios, porque de otro modo hubiera sido justo lo que no necesitábamos en este justo momento.

En fin…

Pues eso, cosas de este edificio viejo, construído a finales de los ’60 del siglo pasado, del que ya nos falta menos para abandonarlo, pero que todavía no sabemos con qué nos sorprenderá mientras. 

Cosas inevitables de la vida.