RIP Proyecto España 1516 – 2017

El comienzo

Los Reyes Católicos fue la denominación que recibieron los esposos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, soberanos de la Corona de Castilla (1474-1504) y de la Corona de Aragón (1479-1516).

Los reyes accedieron al trono de Castilla tras la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479) contra los partidarios de la princesa Juana, apodada «la Beltraneja», hija del rey Enrique IV de Castilla. En 1479 Fernando heredó el trono de Aragón al morir su padre, el rey Juan II de Aragón. Isabel y Fernando reinaron juntos hasta la muerte de ella en 1504. Entonces Fernando quedó únicamente como rey de Aragón, pasando Castilla a su hija Juana, apodada «la Loca», y a su marido, Felipe de Austria, apodado «el Hermoso», Archiduque de Austria, duque de Borgoña y conde de Flandes, perteneciente a la casa de Habsburgo. Sin embargo Fernando no renunció a controlar Castilla y, tras morir Felipe en 1506 y ser declarada Juana incapaz, consiguió ser nombrado regente del reino hasta su muerte en 1516.

La historiografía española considera el reinado de los Reyes Católicos como la transición de la Edad Media a la Edad Moderna. Con su enlace matrimonial se unieron provisionalmente, en la dinastía de los Trastámara, dos coronas: la Corona de Castilla y la Corona de Aragón dando nacimiento a la Monarquía Hispánica y, apoyados por las ciudades y la pequeña nobleza, establecieron una monarquía fuerte frente a las apetencias de poder de eclesiásticos y nobles. Esta unión dinástica se caracterizó en el hecho de que se mantuvieron las soberanías, normas e instituciones propias de cada reino y corona. Con la conquista del Reino nazarí de Granada, del Reino de Navarra, de las islas Canarias, de Melilla y de otras plazas africanas consiguieron el control de la totalidad de los territorios que hoy forman España —exceptuando Ceuta y Olivenza que entonces pertenecían a Portugal—.

Los Reyes establecieron una política exterior común marcada por los enlaces matrimoniales con varias familias reales de Europa, de las que destaca la austriaca casa de Habsburgo. Al morir Fernando en 1516, su nieto Carlos I tomó entonces posesión del trono. Esto abrió la puerta a la hegemonía de los Habsburgo durante los siglos XVI y XVII, hasta el 1714.

Por otra parte la colonización de América, en 1492, modificó profundamente la historia mundial. 

https://es.wikipedia.org/wiki/Reyes_Cat%C3%B3licos

España es una construcción inmensa de Catalunya

  • Pere IV (siglo XIV) mantiene unidos los reinos mediante el pactista Ordenamiento de Casa y Corte: ¡es la primera Constitución en Europa! Y sus almogávares conquistan el mar Tirreno, Sicilia…, y Atenas…, y Jerusalén… ¡Reeditan el imperio romano!

  • ¿Y cuál es el paso siguiente?

  • ¡Castilla! Lo da Fernando de Aragón: se casa con Isabel (siglo XV), e impone su modelo.

  • ¿El modelo catalán es el que adoptarán los Reyes Católicos?
    -¡Claro! ¡El pactismo, se llama! 

  • España, ¿tiene partida de bautismo?

  • El 22 de enero de 1516. ¡Ayer hizo 501 años!
  • ¿Qué pasó aquel día?
  • Fernando el Católico, rey de la Casa de Aragón y regente del trono de Castilla, otorgó testamento asegurando una corona unida: lo hereda todo su nieto Carlos. ¡Nace España!

  • ¡España existe gracias a Fernando! Y a su antecesor Pere IV (siglo XIV) le debemos el Consejo Real, que creó en Lleida y que es precedente del Consejo de Ministros.

http://www.lavanguardia.com/lacontra/20170123/413610334042/espana-es-una-construccion-inmensa-de-catalunya.html

Los Tratados de Utrecht

La muerte en febrero de 1712 del heredero al trono de Francia, el duque de Borgoña, y al mes siguiente el hijo de éste, el duque de Bretaña, lo que convertía a Felipe V en el sucesor de Luis XIV, aumentó la necesidad de que éste renunciara a sus derechos a la Corona de Francia o a la de España para que el acuerdo entre Luis XIV y la reina Ana pudiera ir adelante. Al parecer Luis XIV hubiera preferido que su nieto renunciara a la Corona de España y se convirtiera en el nuevo delfín de Francia -e incluso en este propósito recibió el apoyo de la esposa de Felipe V, María Luisa Gabriela de Saboya, y los británicos estaban dispuesto a aceptarlo a cambio de que fuera el duque de Saboya el que ocupara el trono de España y las Indias, menos sus estados patrimoniales de Saboya y Piamonte, más el reino de Sicilia, que pasarían al nuevo delfín-, pero Felipe V en abril de 1711 comunicó que prefería seguir siendo rey de España, agradecido por la fidelidad que le habían mostrado sus súbditos de la Corona de Castilla, por lo que renunciaba a sus derechos al trono de Francia. Así el acuerdo secreto franco-británico pudo seguir su curso.11​

El caso de los catalanes

Una vez iniciadas las negociaciones en Utrecht la reina Ana de Inglaterra —quien, según Joaquim Albareda, «por motivos de honor y de conciencia, se sentía obligada a reclamar todos los derechos de que gozaban los catalanes cuando les incitaron a ponerse bajo el dominio de la Casa de Austria»— hizo gestiones a través de su embajador en la corte de Madrid —cuando aún no se había firmado ningún tratado— para que Felipe V concediera una amnistía general a los austracistas españoles, y singularmente a los catalanes, que además debían conservar sus Constituciones. Pero la respuesta de Felipe fue negativa y le comunicó al embajador británico «que la paz os es tan necesaria como a nosotros y no la querréis romper por una bagatela».23​

Finalmente el secretario de estado británico vizconde de Bolingbroke, deseoso de acabar con la guerra, claudicó ante la obstinación de Felipe V y renunció a que éste se comprometiera a mantener las «anteriores normas regionales» catalanas. Cuando el embajador de los Tres Comunes de Cataluña en Londres Pablo Ignacio de Dalmases tuvo conocimiento de este cambio de actitud del gobierno británico consiguió que la reina Ana le recibiera a título individual el 28 de junio de 1713, pero ésta le respondió que «había hecho lo que había podido por Cataluña».24​

El abandono de los catalanes por Gran Bretaña quedó plasmado dos semanas después en el artículo 13 del tratado de paz entre Gran Bretaña y España firmado el 13 de julio de 1713. En él Felipe V garantizaba vidas y bienes a los catalanes, pero en cuanto a sus leyes e instituciones propias sólo se comprometía a que tuvieran «todos aquellos privilegios que poseen los habitantes de las dos Castillas».25​ El conde de la Corzana, uno de los embajadores de Carlos VI en Utrecht, consideró el acuerdo tan «indecoroso que el tiempo no borrará el sacrificio que el ministerio inglés hace de la España y singularmente de la Corona de Aragón, y más en particular de la Cataluña, a quienes la Inglaterra ha dado tantas seguridades de sostenerles y ampararles».26​

En las siguientes negociaciones llevadas a cabo en Rastatt el «caso de los catalanes» pronto se convirtió en la cuestión más difícil a resolver, porque Felipe V estaba deseoso de aplicar en Cataluña y en Mallorca la «Nueva Planta» que había promulgado en 1707 para los «reinos rebeldes» de Valencia y de Aragón y que había supuesto su desaparición como Estados.27​ Así, el 6 de marzo de 1714 se firmaba el tratado de Rastatt por el que el Imperio Austríaco se incorporaba a la paz de Utrecht, sin conseguir el compromiso de Felipe V sobre el mantenimiento de las leyes e instituciones propias del Principado de Cataluña y del reino de Mallorca que seguían sin ser sometidos a su autoridad. La negativa a hacer ningún tipo de concesión la argumentaba así Felipe V en una carta remitida a su abuelo Luis XIV:28​

No es por odio ni por sentimiento de venganza por lo que siempre me he negado a esta restitución, sino porque significaría anular mi autoridad y exponerme a revueltas continuas, hacer revivir lo que su rebelión ha extinguido y que tantas veces experimentaron los reyes, mis predecesores, que quedaron debilitados a causa de semejantes rebeliones que habían usurpado su autoridad. […] Si [Carlos VI] se ha comprometido en favor de los catalanes y los mallorquines, ha hecho mal y, en todo caso, debe conformarse del mismo modo que lo ha hecho la reina de Inglaterra, juzgando que sus compromisos ya se veían satisfechos con la promesa que he hecho de conservarles los mismos privilegios que a mis fieles castellanos.

En julio de 1714 Bolingbroke también rechazó una última propuesta del representante de los Tres Comunes de Cataluña en Londres Pablo Ignacio de Dalmases para que la reina Ana «tome en depósito a Cataluña o por lo menos Barcelona y Mallorca hasta la paz general sin soltarlas a nadie hasta que mediante tratado se adjudiquen y se asegure la observancia de sus privilegios» —en referencia a las negociaciones que tenían lugar en Baden—, porque eso podría suponer la reanudación de la guerra.29​ La corriente crítica hacia la política británica respecto de los aliados catalanes y mallorquines se plasmó además de en los debates parlamentarios en dos publicaciones aparecidas entre marzo y septiembre de 1714. En The Case of the Catalans Considered, después de aludir repetidamente a la responsabilidad contraída por los británicos al haber alentado a los catalenes a la rebelión y a la falta de apoyo que tuvieron después cuando lucharon solos, se decía:30​

Sus antepasados les legaron los privilegios de que gozan hace siglos ¿Ahora deben renunciar a ellos sin honor y han de dejar, tras de sí, una raza de esclavos? No; prefieren morir todos; o la muerte o la libertad, esta es su decidida elección.
    […]

Todas estas cuestiones tocan el corazón de cualquier ciudadano británico generoso cuando considera el caso de los catalanes… ¿La palabra catalanes no será sinónimo de nuestra deshonra?

Por su parte, The Deplorable History of the Catalans, tras narrar lo sucedido durante la guerra, elogiaba el heroísmo de los catalanes: «ahora el mundo ya cuenta con un nuevo ejemplo de la influencia que puede ejercer la libertad en mentes generosas».31​

El «caso de los catalanes» dio un giro completo cuando la reina Ana de Inglaterra murió el 1 de agosto de 1714 y su sucesor, Jorge I de Hannover, dio órdenes al embajador británico en París para que presionara a Luis XIV con el fin de que obligara a Felipe V a que se comprometiera a mantener las leyes e instituciones propias del Principado de Cataluña. Pero las presiones británicas no surtieron efecto en Luis XIV, a pesar de que desde hacía meses aconsejaba a su nieto «moderar la severidad con la que queréis tratarles [a los catalanes]. Aun cuando rebeldes, son vuestros súbditos y debéis tratarlos como un padre, corrigiéndolos pero sin perderlos». El embajador catalán Felip Ferran de Sacirera fue recibido en audiencia el 18 de septiembre por el rey Jorge I, que se encontraba en La Haya camino de Londres para ser coronado, en la que le prometió que haría lo posible por Cataluña, pero temía que fuera demasiado tarde. En efecto, unos días después se conocía la noticia de que el 12 de septiembre de 1714 Barcelona había capitulado.32​

Tanto el nuevo rey Jorge I como el nuevo gobierno whig, salido de las elecciones celebradas a principios de 1715, eran contrarios a los acuerdos que el gobierno anterior tory había alcanzado con Luis XIV y que habían constituido la base de la Paz de Utrecht, pero acabaron por aceptarlos porque las ventajas que Gran Bretaña había obtenido eran evidentes, lo que supuso que el viraje británico sobre el «caso de los catalanes» finalmente no se produjera.33​ El gobierno whig no hizo nada para ayudar a Mallorca, que aún no había caído en manos borbónicas, y el 2 de julio de 1715 Mallorca capituló.34​

… las tropas austriacas se comprometen a evacuar las zonas del Principado de Cataluña, lo que realizan a partir del 30 de junio de 1713. Ante lo cual, la Junta General de Brazos (Brazo Eclesiástico, Brazo Militar y Brazo Real o Popular) acuerda la resistencia. A partir de este momento empezó una guerra desigual, que se prolongó durante casi catorce meses, concentrada en Barcelona, Cardona y Castellciutat, al margen de los cuerpos de fusileros dispersos por el país. El punto de inflexión será cuando las tropas felipistas rompan el sitio de Barcelona el 11 de septiembre de 1714. Mallorca, Ibiza y Formentera cayeron diez meses más tarde: el 11 de julio de 1715.

https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Utrecht

Octubre 2017

El pacto de la creación de España fue roto en el traspaso de poder de la familia Habsburgo a la familia Borbón, en el Tratado de Utrecht, tal como se ha descrito en los párrafos anteriores.
Tras 304 años de ocupación militar del territorio de Cataluña – sí, eso ha sido, sin eufemismos -, un referéndum con dificultades pero válido – según los observadores internacionales – y vinculante – según la ley proclamada por el Parlament de Catalunya, los habitantes del territorio catalán dentro del Reino de España declaran roto el Tratado de Utrecht y su sumisión a la monarquía de los Borbones, dando pie a la creación de la República de Catalunya, y en espera a que en los tiempos venideros los habitantes de los otros territorios de la antigua Confederación de Aragón hagan lo mismo y se sumen.

Y así acaba el proyecto «España», en el mismo lugar en el que comenzó.


¿Qué? ¿Demasiado para el body?

En este momento, para mí, no hay tema más importante que lo que está ocurriendo en la tierra en la que estoy viviendo, porque me afecta personalmente.

Y, por ello, voy a seguir enfocado en dicho tema porque es Historia en Vivo.

Quien crea que es una tapadera manipulativa para ocultar otros temas, tuene el resto de internet para disfrutarlo.

Por cierto, gran post de El Robot Pescador de nuevo: https://elrobotpescador.com/2017/10/02/basta-de-manipulaciones-esto-es-lo-que-realmente-esta-sucediendo-en-cataluna/#more-18753