En 1923, la hiperinflación de Alemania era tan mala que el ratio de intercambio pasó de 9 marcos a 4.2 mil millones de marcos por $1. El coste de una barra de pan subió a 2 mil millones de marcos, y la gente quemaba dinero para calentarse porque era más barato que quemar madera.
En la Historia, todas las divisas acaban valiendo cero patatero.
Y todos los estados siguen el mismo destino que sus monedas.
Que nadie piense que el dólar y el euro serán diferentes, por mucho tiempo que duren.