Las aventuras…
Antes de que la neblina del olvido profundo y eterno borre mis recuerdos, quisiera que mi mente retrocediera a aquel invierno de 1979, año según el calendario occidental impuesto.
Coloquémonos en el interior de un ala del edificio principal del Parque de La Marquesa, en el barrio de Collblanch, acabado en ch – como se escribía antes – en la ciudad de Hospitalet de Llobregat – como se escribía antes de su recatalanización.
Un ala del edificio que fue derribada hace unos años atrás, pero que en aquel entonces era la clase de primero de E.G.B. – Enseñanza General Básica lo llamaban – del colegio Eugenio D’Ors, en la que cuarenta niños de seis años se hacinaban para recibir las enseñanzas de un viejo profesor a punto de jubilarse que fumaba en puro entre lección y lección.
Esta situación se consideraría hoy en día inconcebible, pero, en aquella época, la vida humana todavía no había sido destruída por los benefactores actuales de la Humanidad.
Encuentro que mis recuerdos no respetan un orden cronológico, así que iré contando las escenas en el orden tal como me aparezcan en la memoria.
Y las historias que mi memoria haya omitido por esas cuestiones del olvido, pues, quedarán vacantes.
La idea es plasmar en letras un relato que muestre cómo era la vida por aquel entonces, vista desde mis propios ojos de un niño, filtrada por la esencia de mi ser.
¿Es un principio para continuarlo?