
Subo en subscriptores, en mi canal de Youtube, pero bajo en crecimiento de visualizaciones.
Continúa esta cosa extraña de que me ven relativamente pocos en comparación al número de subscriptores.
Estoy a punto de alcanzar las 6 millones de visitas en mi canal, pero es una cifra muy baja comparando con otros canales de menos número de subscriptores.
Los hechos son los hechos.
Y, pese a todo, mi canal sigue adelante y sigue estando en perfecto estado según las reglas de Youtube.
No sé, quizás si en el pasado hubieron escritores y artistas malditos, conocidos sólo por una minoría de gente conocedora, parece como si me haya tocado el premio para serlo en Youtube.
Bueno, me da igual; mi siguiente objetivo es alcanzar los 50 mil subscriptores.
Luego, los 100 mil.
Y, como gran objetivo está alcanzar la emocionante cifra de 1 millón de subscriptores.
Y, entonces… entonces me reiré de haber escrito este post.
Mientras, ya puedo considerar mi portátil kaput, y ya no me queda más remedio que buscar otro, si es que quiero volver a editar algún vídeo o emitir en directo con garantías.
Oh, la vida de un youtuber no es un manto de rosas, nada de eso.
José Manuel, adelante, siempre adelante, esa fue mi lema desde que cumplí los 19 o 20 años de edad en circunstancias personales muy difíciles, y funciona, hasta en los momentos y circunstancias más críticas. Es cuestión de fe, aunque no sé que es la fe, pero funciona y puede mover montañas si tienes un mínimo de esperanza en un futuro mejor, y llegaras al millón de suscriptores porqué te lo propusiste desde niño aunque no fueras entonces consciente.
¿Desde niño? Mmm… Creo que Youtube comenzó en el 2005, cuando yo ya tenía 32 años, mucho más viejo que los jovenzuelos y ricos youtubers actuales 😉
Sí, desde niño, y no es que pensaras en Youtube, pensabas en ser distinto porqué tenías ya las características de tu personalidad independiente en tu mente, y quizá sin darte cuenta ya tenías en tus valores éticos intrínsecos la intención de desafiar y enfrentarte a la injusticia cómo pudieras, pero sin rendirte jamás.
Pues tras tu aclaración, José Rafael, te confieso que sí, he sido siempre consciente de ello desde niño. Vaya, soy como un libro abierto, ¿verdad?