
Olga me dijo que mi suegro nos llevaría a la playa de Badalona.
Y yo le pregunté que ¿por qué?, si estamos en el sur de Barcelona y tenemos Castelldefels más cerca.
Incluso la playa de Gavà nos serviría.
Las playas del sur tienen arena amarilla natural y se puede uno adentrar en el mar centenares de metros.
Las playa del norte fueron reconstruídas para el ’92, tienen arena gris y piedrosa, y el agua es profunda a pocos metros.
Pero no, claro, mi suegro ucraniano tiene coche, y eso es como si lo hiciera un dios.
Así que, claro, los nativos no sabemos una puta mierda del lugar en el que hemos crecido.
Por lo que transijo por enésima vez a sus desesos.
Nos recoge junto al edificio en el que vivimos, y hala, a cruzar toda Barcelona de punta a punta.
Como siempre, la inteligencia al poder.
Pero, la sorpresa llega cuando en vez de seguir recto hacia Badalona, va y se desvía hacia la salida de Sant Adrià del Besòs.
¿Sant Adrià del Besòs?
Ni por mis muertos.
Por ahí no paso.
Así que aquí estoy en esta subplaya, totalmente vestido, escribiendo esto.
Y, cuando acabe de escribirlo, voy a deja a Olga y a mis hijos aquí con mi suegro y me vuelvo a casa en tren.
Olga dice que ni le hable, porque claro, es un crimen estar en desacuerdo, puesto que siempre se lo toma como una ofensa a su nacionalismo ruso exacerbado.
Cualquier cosa que digo que no le gusta es porque es rusa y me meto con su familia, según ella.
Pues vale, pues de acuerdo, que lo disfruten.
Me largo de este sublugar y me vuelvo a casa.
¡Ja ja! Problemas familiares. Con los suegros, ya se sabe… Y por lo que parece. el fenómeno es interncional.
Qué lástima que no hayas mojado el culete a mi salud, por lo menos. Yo no tengo nada de playa; ni de arena amarilla, ni gris, ni nada.
Saludos.
Una vez me dijo mi padre… si ir a la playa fuera un trabajo, nadie iría, jejeje ;).