En un mercado de Santa Coloma de Gramenet

Pues hoy ha tocado ir a comprar al mercado sabatino del barrio de Fondo  de Santa Coloma de Gramenet.

¡Idea de Olga!

Porque hemos quedado con mi suegra, su madre, la abuela materna de mis hijos, para mirar y comprar ropa de verano.

Ropa barata, quizás en exceso.

El caso es que, y describiendo de manera objetiva, el barrio parece China Town

Sí, es increíble, pero hay anuncios en la calle sólo en chino – ¿mandarín o cantonés?.

Me pregunto si los españolistas que se quejan de los rótulos en catalán – que es la lengua originaria de este lugar – se quejan de los anuncios sólo en chino.

El hecho es que este barrio está poblado por chinos, africanos del norte y del sur, pakistanís y americanos de origen no europeo.

Mujeres caminando con hijab y burka mezclándose con mujeres caribeñas que no dejan nada a la imaginación, y mujeres chinas entre medio.

Por lo que, si se es un nativo como yo, que mide un metro ochentaycinco, uno parece un gigante extraño entre la población local.

Es curioso, ¿no?

Ha habido un momento que estaba al borde de unas escaleras y me ha empujado un hombre de apariencia subsahariana – eufemismo para no decir negro – que sin ningún respeto me ha dicho «¿dejas paso o qué?«.

En fin…

Pensaba que yo era un ejemplo de población local, pero parece que como que no.

Supongo que eso me hace ser de clase alta al comparame con la gente de un metro sesentaycinco de mi alrededor 😛

Lo más curioso es que Olga, de origen ruso, es quien se siente más incómoda en este ambiente.

Es como que ya no necesitamos viajar para conocer otras culturas.

En unos pocos años, como sin darnos cuenta, se han implatado otras gentes que profesan otras culturas de una manera en que no han respetado la cultura local y la han substituido casi por completo.

Esto no es una opinión ni una apreciación, ya digo, es una descripción de un hecho que ha ocurrido en este lugar.

Lo que me parece curioso es que estas gentes se fueron de un lugar en el que no podían vivir bien, por el motivo que fuera, y buscaron un sitio en el que sí poder vivir bien.

Y lo encontraron; pero al seguir su forma de hacer las cosas y no hacer suyas la formas de hacer las cosas de esta tierra de acogida, lograrán implantar los mismos problemas que les hicieron marcharse de sus lugares natales.

Y luego, claro, se quejarán de lo mal que viven y lo achacarán al racismo de la gente nativa como yo.

Y nosotros pensaremos: «¿pero de qué va esta gente? Les hemos permitido estar aquí y ¿luego nos insultan?»

Al tiempo, Francia es el ejemplo perfecto.

Es una pena.

Aunque sabemos que hay un plan premeditado tras toda esta situación.

Sólo hay que esperar para que suceda lo que tiene que suceder, y espero para entonces poder tener a mi familia en un barrio amurallado para elitistas ricos.
Sí, de verdad.

No veo otra salida.

La cosa se pondrá muy pero que muy chunga.