Cada vez hay menos gente que hace la siesta.
Porque hacer la siesta se ha convertido en un lujo.
Los horarios laborales no permiten al común de los mortales poder hacer su sueñecito de mediodía.
Pero como no soy un común de los mortales, hago todo lo posible para darme una cabezadita casi cada día.
Sobre todo los días laborables.
Un rato después de la comida me echo, y el gato me acompaña, por supuesto.
Hasta que suena la alarma que me indica que debo prepararme para ir a recoger a los niños del colegio.
Ah… qué descansito más agradable…
Un privilegio sólo al alcance de los que nos hemos hecho a nosotros mismos.
Por cierto, una anécdota, ¿qué musica tengo programada para despertarme de la siesta?
Pues con la sintonía de la serie Dallas, pura música capitalistoide jejejé…
(Una versión algo diferente a la del vídeo, por cierto.)