Frío

Esta mañana la app del tiempo marcaba 4 grados centígrados.

(Me pregunto si hacía frío cuando no habían termómetros – es como preguntarse si hace ruído un árbol que cae en un bosque cuando nadie lo escucha.)

Y si hemos pasado el verano sin aire acondicionado, ahora volveremos a pasar el invierno sin calefacción.

El cuarto invierno seguido sin calefacción.

Es el mediodía pasado cuando escribo estas letras desde mi diminuto móvil, bajo las mantas.

Menos mal que a mi abuela le dió un desmayo el pasado viernes en el hospital de día, la llevaron al hospital general, y está todavía allí en observación. En el hospital si tienen calefacción.

El caso es que a 23 de noviembre que ya estamos se supone que lo normal es que hiciera este frío. Y lo anormal son los 20 grados de los días pasados.

Pero, ¿qué es ya lo «normal»?

Está claro que ya no hay ningún «normal».

En ningún aspecto de la vida.

Y así, no me queda más remedio que continuar adelante y luchar y levantarme rápido ante las derrotas porque de mí depende que tengamos los platos en la mesa.

De mí depende atraer lo que necesitamos.

De mis aciertos y de mis errores depende que éste por fin sea el último invierno sin calefacción para mi familia.

Muchas veces me gustaría tirar la toalla y mandar a este mundo a freir espárragos, como en días como hoy en los que, pese a mis esfuerzos, seguimos en este piso que es una nevera en invierno.

Pero no hay más camino que ir adelante y pasar este mal trago del frío, que, al menos, no es tan intenso como en otros lugares.

Pero, al menos, este frío me encuentra restablecido de la fiebre que me hizo estar en cama tres días la semana pasada. Una fiebre que no supe por qué vino y no supe por qué se fue.

Jejeje, a mis hijos les gustó la broma que hice cuando les dije: «Tengo que llamar a mi jefe porque estoy enfermo y no puedo ir a trabajar. Oh, vaya, ¡pero si mi jefe soy yo! 🙂 »

Es mi objetivo enseñar a mis hijos que no dependan de otros. Pero sé que el camino es duro y a veces tenemos frío, como ahora.

Tengo claro que lo primero que haré cuando tomemos posesión de la mansión que compremos cuando superemos esta época de pobreza será encender la calefacción.

Y por fin se habrá acabado para nosotros el frío.

Brrrrrr…