Y con la «muerte» del «cabecilla» de los «ataques» de París, acaba este primer acto de esta aburrida y repetitiva obra, dentro de la serie «Falsas Banderas» o «Cómo manejar a los pardillos carne de cañón a nuestro antojo».
Da igual si los ataques fueron organizados por Qatar con ayuda del MI6, o si fue directamente la CIA, la obra siempre sigue el mismo guión.
Y es que si funciona y sigue de actualidad, ¿para qué cambiarlo?
El caso es que los que son acusados de las masacres siempre mueran en enfrentamientos contra la policía para que haya un final «feliz». Porque, claro, detenerlos para que hayan juicios públicos sería de mal gusto.
En realidad, el resultado final suele tener una de estas dos situaciones:
- Matan de verdad a los cabezas de turco para que no hablen, aunque mucho tampoco saben. Al fin y al cabo, eran gente que había que eliminar de todos modos.
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Se realiza la apariencia de que mueren pero en realidad cobran su sueldo como actores y se retiran a algún lugar de vacaciones hasta el nuevo espectáculo.
Eso me recuerda a esa otra gran obra que llamaron «Segunda Guerra Mundial». Al actor que realizó uno de los papeles protagonistas, el de Adolf Hitler, quizás el mejor porque era el «malo», un gran papel dramático sin duda, se le permitió un retiro dorado mientras a la población se le contó el camelo de que se había «suicidado» en un búnker. Eso sí, la película «El Hundimiento» es una película muy bien realizada y sigue muy bien la fantasía de la historia oficial.
Así pues, las mentiras se consolidan como verdades en las mentes del gran público, y los planes continúan su curso con la bendición de los espectadores.
Baja el telón de este acto.
¡Un gran aplauso!