Acabo de volver a casa de dar un paseo con mis hijos por un barrio de ricos de Santa Coloma de Cervelló.
Más que nada para inspirarme y a ver si se me pega algo de su super-materialismo para sacar mi familia adelante.
Y que nadie me venga con lo de las vibraciones, que ya me lo conozco muy bien: mientras yo vibro en buena onda tengo que asarme en un piso sin aire acondicionado que es como una caja de cerillas, y mientras, esos super-materialistas, que son unos malvados y opresores, están en sus piscinas privadas al fresco disfrutando de la vida.
Hay algo que no funciona y está claro que hay que arreglarlo…
Aquí y ahora declaro que tener una mansión de 300 metros cuadrados como mínimo es un derecho humano inalienable y garantizado por las leyes opresoras.
Eso es.