En la red básicamente buscamos información y entretenimiento.
Y si logras informar entreteniendo, entonces la has acertado de pleno.
Porque no importa la “calidad” sino la cantidad.
En realidad eso de la “calidad” es un engañabobos porque depende del observador no del emisor.
Si tu escrito cubre las expectativas del lector, o, sencillamente, le gusta, entonces tiene “calidad”.
Así que volviendo al fondo de la cuestión, todos los blogueros anhelamos el mítico “millón de visitas” diarias.
Aunque sabemos que en la blogosfera hispana es una hazaña prácticamente imposible.
La realidad está muy lejana, y la mayoría de veces, con que alguien desconocido deje un comentario ya nos llena la satisfacción de no haber permanecido en la irrelevancia.
Y así, nuestro objetivo es la cantidad, atraer el máximo tráfico posible.
Porque la clave está en la estadística.
Cuantos más visitantes nuevos, más probabilidad de que lo que escribas guste a una parte, más probabilidad de que parte de a los que les guste vuelva otro día, y comenten, y se subscriban para recibir las actualizaciones de tu blog.
Lo cierto es que es un proceso desalentador.
Porque puedes pensar que has escrito el post más importante de tu vida y luego no aparece ni el apuntador para leerlo.
Realmente, el desánimo es la enfermedad más terrible que asola a los blogueros.
Y, por ello, la constancia es la arma más poderosa con la que defenderse de tal desánimo.